" Era más bien bajo, aunque ancho de pecho y muy musculoso. Sus amplias espaldas, sus articulaciones dobles y sus rodillas arqueadas demostraban que tenía una fuerza prodigiosa. Tenía el rostro moreno y curtido; una profunda cicatriz, que parecía la cuchillada de un sable, casi le partía en dos la nariz y le hacía un tajo en el labio superior, a través del cual mostraba unos dientes como los de un bulldog."
(W. Irving, 1847).
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