VI
Un ejercito acampado a la espera
de hacerse cristiano en la cristiana
ciudad, ocupa una extensión de yerba
podrida y sucia en la campiña encendida:
él quiere descender también a la burguesa
luz, esperando una humana
habitación, él, sea sardo o de Puglia,
dentro de una pocilga la mesa enfangada,
en ciegas aldeas entre iglesias lúcidas
del siglo veinte y rascacielos.
Bajo sus párpados cerrados, este
asedio de millones de almas
con cráneos ingenuos, con el ojo dispuesto
al acuerdo entre las infectas acequias
de los arrabales."
(P. P. Pasolini, 1957)
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