Hay ocasiones en el que el dolor es el vacío.
Un vacío espacial, sin tiempo.
Un dolor inmemorial, un dolor que llega al nacer, que nos trasciende y nos desposee al morir.
Un dolor vacío, lleno de lugares, nombres, caricias, cuentos y sonrisas.
El vacío de un dolor que anida en el rincón de la melancolía.
Dolor vacío de saberse no ser.
(El que escribe)
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