Hoy Graná amanece cubierta por una amplia capa blanca, como una cabeza canosa de mujer, que en su belleza se ensimisma en los recuerdos perdidos. El ocre de los álamos, rivaliza con el rojo y el naranja de los caquis y el verde sempiterno de los pinos y los abetos. La antenas, las torres eléctricas y las grúas enmarcan las humarolas que salpican la vega, columnas blancas de humo que se confunden con la densa niebla que a media altura las absorbe en su blancor.
La lluvia no ha llegado, la nieve no se espera, pues el techos de estas calles no tiene la tonalidad de la panza de una burra gris.
La lluvia no ha llegado, la nieve no se espera, pues el techos de estas calles no tiene la tonalidad de la panza de una burra gris.
El frío ha llegado a Graná, un frío fino, seco y estimulante, el frío que en los huesos cala y pone en mi rostro un extraño rictus de felicidad y melancolía. Frente a una definición de "estereotáxico", el vacío en el estómago en forma de nudo, me hace perderme en el horizonte, buscando lo que se esconde.
Este es tiempo de Torre Bermeja, de vino y queso añejo, de licor a palo seco y de castañas en cualquier esquina. Bebamos para olvidar, para desinhibir o para escapar de las lesiones o ablaciones cerebrales, para huir de la nostalgia, el vacío, la amnesia provocada o impuesta. Brindemos porque el olvido no se instaure ni por salud ni por amor a la supervivencia acomodaticia.
Brindemos pues, ha llegado el invierno con su rostro de consumo y sus normas consuetudinarias nos llevan a tomar las calles, a recordar a quienes nos han dejado ascuas en el alma alguna vez o enviar recuerdos a quien nos han borrado de sus agendas.
Brindemos y ebrios miremos el rostro de la parca pálida y blanca como el cielo de Graná esta mañana, pues ella es la única que siempre nos espera.
(Granada, 05 de diciembre de 2011).
(Granada, 05 de diciembre de 2011).