El que escribe
PAPELES PARA QUEMAR
"Papeles para Quemar" es la respuesta lógica en alguien tan prolijo como yo a una realidad de las redes sociales en la que los caracteres se miden al milímetro, aquí puedo dejar escapar toda mi palabrería y mis inquietudes.
Las dos imágenes de los "Caprichos" de Goya que encabezan ambas columnas laterales identifican las intenciones de El que escribe en estas páginas, que están destinadas a arder por el paso del tiempo y por la crítica de quienes deseen participar.
Pues mi existencia se resume en el adagio machadiano: "Vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas".
Este es un espacio abierto a la reflexión, a la creatividad y a la crítica, sobre todo a la crítica, porque sin ella esta área de comunicación carece de sentido.
Este es un espacio abierto a la reflexión, a la creatividad y a la crítica, sobre todo a la crítica, porque sin ella esta área de comunicación carece de sentido.
Vengo de una tradición que sublima la crítica a los lugares más importantes, suelo ser punzante y espero ser punzado, así cumpliré mi objetivo: aprender.
miércoles, 22 de marzo de 2017
miércoles, 15 de marzo de 2017
Una mijica de poesía o literatura al día:
"La vida de Espronceda es un perfecto compendio de las vidas románticas... La nota tónica de su vida, como la de todo romántico, fue la disconformidad, el sentimiento de rebelión... La grandeza de la rebelión del mundo poético, de la ilusión humana, contra el mundo real".
"La vida de Espronceda es un perfecto compendio de las vidas románticas... La nota tónica de su vida, como la de todo romántico, fue la disconformidad, el sentimiento de rebelión... La grandeza de la rebelión del mundo poético, de la ilusión humana, contra el mundo real".
(Pedro Salinas)
martes, 14 de marzo de 2017
DOLOR VACÍO
Hay ocasiones en el que el dolor es el vacío.
Un vacío espacial, sin tiempo.
Un dolor inmemorial, un dolor que llega al nacer, que nos trasciende y nos desposee al morir.
Un dolor vacío, lleno de lugares, nombres, caricias, cuentos y sonrisas.
El vacío de un dolor que anida en el rincón de la melancolía.
Dolor vacío de saberse no ser.
Hay ocasiones en el que el dolor es el vacío.
Un vacío espacial, sin tiempo.
Un dolor inmemorial, un dolor que llega al nacer, que nos trasciende y nos desposee al morir.
Un dolor vacío, lleno de lugares, nombres, caricias, cuentos y sonrisas.
El vacío de un dolor que anida en el rincón de la melancolía.
Dolor vacío de saberse no ser.
(El que escribe)
Una mijica de poesía o literatura al día
"-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor. Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.
Los forasteros, por supuesto, pensaron que Remedios, la bella, había sucumbido por fin a su irrevocable destino de abeja reina, y que su familia trataba de salvar la honra con la patraña de la levitación. Fernanda, mordida por la envidia, terminó por aceptar el prodigio, y durante mucho tiempo siguió rogando a Dios que le devolviera las sábanas."
"-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor. Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.
Los forasteros, por supuesto, pensaron que Remedios, la bella, había sucumbido por fin a su irrevocable destino de abeja reina, y que su familia trataba de salvar la honra con la patraña de la levitación. Fernanda, mordida por la envidia, terminó por aceptar el prodigio, y durante mucho tiempo siguió rogando a Dios que le devolviera las sábanas."
(Gabriel García Márquez)
lunes, 13 de marzo de 2017
Una mijica de poesía o literatura al día.
Casida de la Muchacha Dorada
La muchacha dorada
se bañaba en el agua
y el agua se doraba.
Las algas y las ramas
en sombra la asombraban
y el ruiseñor cantaba
por la muchacha blanca.
Vino la noche clara,
turbia de plata mata,
con peladas montañas
bajo la brisa parda.
La muchacha mojada
era blanca en el agua,
y el agua, llamarada.
Vino el alba sin mancha,
con mil caras de vaca,
yerta y amortajada
con heladas guirnaldas.
La muchacha de lágrimas
se bañaba entre llamas,
y el ruiseñor lloraba
con las alas quemadas.
La muchacha dorada
era una blanca garza
y el agua la doraba.
se bañaba en el agua
y el agua se doraba.
Las algas y las ramas
en sombra la asombraban
y el ruiseñor cantaba
por la muchacha blanca.
Vino la noche clara,
turbia de plata mata,
con peladas montañas
bajo la brisa parda.
La muchacha mojada
era blanca en el agua,
y el agua, llamarada.
Vino el alba sin mancha,
con mil caras de vaca,
yerta y amortajada
con heladas guirnaldas.
La muchacha de lágrimas
se bañaba entre llamas,
y el ruiseñor lloraba
con las alas quemadas.
La muchacha dorada
era una blanca garza
y el agua la doraba.
Federico Garcia Lorca
lunes, 6 de marzo de 2017
Una mijica de poesía o literatura al día:
¡Una mujer! ¿Es acaso
blanca silfa solitaria,
que entre el rayo de la luna
tal vez misteriosa vaga?
Blanco es su vestido, ondea
suelto el cabello a la espalda.
Hoja tras hoja las flores
que lleva en su mano, arranca.
Es su paso incierto y tardo,
inquietas son sus miradas,
mágico ensueño parece
que halaga engañoso el alma.
Ora, vedla, mira al cielo,
ora suspira, y se para:
una lágrima sus ojos brotan acaso y abrasa
su mejilla; es una ola
del mar que en fiera borrasca
el viento de las pasiones
ha alborotado en su alma.
Tal vez se sienta, tal vez
azorada se levanta;
el jardín recorre ansiosa,
tal vez a escuchar se para.
Es el susurro del viento
es el murmullo del agua,
no es su voz, no es el sonido
melancólico del arpa.
Son ilusiones que fueron:
Recuerdos ¡ay! que te engañan,
sombras del bien que pasó...
Ya te olvidó el que tú amas.
¡Una mujer! ¿Es acaso
blanca silfa solitaria,
que entre el rayo de la luna
tal vez misteriosa vaga?
Blanco es su vestido, ondea
suelto el cabello a la espalda.
Hoja tras hoja las flores
que lleva en su mano, arranca.
Es su paso incierto y tardo,
inquietas son sus miradas,
mágico ensueño parece
que halaga engañoso el alma.
Ora, vedla, mira al cielo,
ora suspira, y se para:
una lágrima sus ojos brotan acaso y abrasa
su mejilla; es una ola
del mar que en fiera borrasca
el viento de las pasiones
ha alborotado en su alma.
Tal vez se sienta, tal vez
azorada se levanta;
el jardín recorre ansiosa,
tal vez a escuchar se para.
Es el susurro del viento
es el murmullo del agua,
no es su voz, no es el sonido
melancólico del arpa.
Son ilusiones que fueron:
Recuerdos ¡ay! que te engañan,
sombras del bien que pasó...
Ya te olvidó el que tú amas.
(José de Espronceda)
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