"Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas - pensó Augusto -; tener que usarlas. El uso estropea y hasta destruye toda belleza. La función más noble de los objetos es ser contemplados, ¡Qué bella es una naranja antes de ser comida! Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca, o más bien se ensanche, a contemplar a Dios y todas las cosas en Él. Aquí, en esta pobre vida, no nos cuidamos sino de servirnos de Dios; pretendemos abrirlo como a un paraguas, para que que nos proteja de toda suerte de males."
( M. de Unamuno, 1914).
No hay comentarios:
Publicar un comentario