¿A DÓNDE IRÁN LOS TÍMIDOS?
Como cada mañana programó cada gesto, cada palabra, cada sonrisa y cada mirada. Se vistió como cualquier persona normal, pero se colocó su mascara de histrión para protegerse de sí mismo.
En el café el saludo habitual. En la panadería la torta de pan habitual y la mirada a la dependienta intensa, pero propia de alguien que no sabe decir las frases oportunas para ser un don Juan de barrio. Ella como cada mañana aparentaba que no se daba cuenta y mostraba su desdén habitual.
En el café el saludo habitual. En la panadería la torta de pan habitual y la mirada a la dependienta intensa, pero propia de alguien que no sabe decir las frases oportunas para ser un don Juan de barrio. Ella como cada mañana aparentaba que no se daba cuenta y mostraba su desdén habitual.
Amaneció, sonó el despertador, no había dormido bien. Buscó el buzón en el móvil. La ducha fue frugal, a la carrera buscó en el buzón del móvil. El periódico esa mañana con el café fue secundario, sonrió levemente cuando miró el buzón del móvil, escribió algo con un gesto de picardía infantil.
Fue a la panadería, compró la torta de pan habitual, apretando fuertemente el móvil para sentir la vibración al instante.
La dependienta buscó su rutina. El vacío llenó su corazón.
Un tímido empedernido había volado sin recibir la señal, la cita, la invitación que él era incapaz de pronunciar.
¿A dónde habrán ido sus miradas intensas?
Fue a la panadería, compró la torta de pan habitual, apretando fuertemente el móvil para sentir la vibración al instante.
La dependienta buscó su rutina. El vacío llenó su corazón.
Un tímido empedernido había volado sin recibir la señal, la cita, la invitación que él era incapaz de pronunciar.
¿A dónde habrán ido sus miradas intensas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario