Por el empedrado caía la noche, un río de sombras y estrellas. La luna no se refleja en el fondo.
Por la suavidad de los cantos rodados, mis dedos intentaron acariciar el lecho. Sentía la ensortijada
espuma, pero mi tacto furioso se deshacía en el sueño.
Te busque entre la hojarasca, mi tacto furioso se deshacía en el sueño. Mas sentía la ensortijada espuma. Mi deseo es pesadilla de dolor y gozo.
Y el cárabo sentenció tu ausencia.
Por el empedrado caía la noche, un río de sombras y estrellas. La luna no se refleja en el fondo.
(El que escribe, octubre, 2024)
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